La Navidad es una de las fiestas más esperadas por todos pero donde muchas cosas ajenas al sentido verdadero de la Navidad cobran protagonismo y atraen la atención de estos días.
Las comilonas, las luces por las calles, la decoración de las casas, los regalos o las vacaciones reinan sobre todo lo demás, apagando la auténtica luz de Navidad, que es Jesús hecho niño un año más.
La lotería es uno de esos grandes eventos que todos los adultos esperan y con el que empieza toda la vorágine navideña. Son muchos los anuncios ya míticos e inolvidables de la Lotería de Navidad, donde “el calvo” y su bola de cristal, o el Bar de Antonio serán siempre recordados. Este año recuperamos el impacto de esos grandes anuncios para sacar nuestro propio eslogan, unas palabras que nos acercan más a la Navidad que debemos celebrar.
Como rezaba aquel spot de la Lotería “El mayor premio es compartirlo”, nosotros como cristianos lanzamos la siguiente variación: “EL MAYOR PREMIO ES RECIBIRLO”.
Pero ¿recibir el qué? ¿Un décimo de la lotería, un regalo de reyes o la sorpresa de un roscón? Pues no es el qué, sino a quién. El mayor premio que podemos tener cada uno de nosotros en esta Navidad es recibir a Jesús en nuestro hogar, en nuestro corazón.
La Navidad celebra a Dios hecho carne, al niño Jesús que nace en un pesebre. Ese nacimiento tan humilde es una llamada a nuestra puerta, es una llamada de esperanza para que cada uno de nosotros le abra su corazón y le reciba con los brazos abiertos.
A todos nos ilusiona juntarnos en Navidad con nuestra familia y ver a personas que hace tiempo que no vemos. Jesús es el miembro más especial de nuestra familia y abrirle la puerta de nuestras casas y sentarle a la mesa con nosotros no es cuestión de suerte. Debemos estar preparados para su llegada, estar atentos a esa llamada que nos hace del mismo modo que estamos nerviosos e ilusionados cuando esperamos a alguien en casa y no podemos dejar de pensar en cuándo sonará el timbre.
Seamos afortunados, escuchemos la llamada de Jesús que nace un año más esta Navidad. Que las luces, los regalos y la decoración navideña no nos distraiga de lo importante.
El billete ganador está llamando a tu puerta, ¿no vas a abrir?